Escucha la catedral, vibrantes campanadas
Torácicos violines, susurrando los vientos
Son centro de mi pecho, pupilas encendidas
Siente la fuerza, de mis profundos sentimientos
Elevan guirnaldas blancas, al cielo los romeros.
Mozas danzan suntuosas, escuchando boleros.
Tus manos sujetan, mi dulce alado vuelo
El celeste eterno siento, sagrado misterio
Debajo de mis alas, un mosaico es el suelo
Fontanas cristalinas, lunas de monasterio
Decoran el terreno, sus rosas encarnadas
Sobre lechos de valles verdosos sin cañadas
Jazmines en la mañana, te rompen tu sueño
Respiro tu aliento mientras, tus palabras bebo.
Parasol veraniego, nos refresca risueño
Manantial suave, sano pañuelo debo
Zarzas muertas de celos, pupilas encendidas
Terciopelo veneciano, todas son ofendidas